Viviendo ya el año 500, la capital envejece, y sus habitantes también. Es sabido que la población de Cuba en general, no solo los capitalinos, se apunta entre las más envejecidas de Latinoamérica.
Muchos, muchísimos son los empeños para mejorar la ciudad, anciana y adorada dama, ¿pero qué hay con los semáforos y la llamada señalética?
La pregunta viene al caso porque hay solo que pararse en intersecciones como la de 23 y 26 en el Vedado, o en la de 23 y 12, para enseguida darse cuenta del trabajo que pasan los viejitos, y no tan viejitos, a la hora de cruzar la calle.
Caminan despacio, algunos con bastones o burritos, otros cargando jabas, bultos, y apenas les da tiempo para alcanzar la otra acera antes que el semáforo pase a verde.
Hasta los hay que tienen que dar su carrerita para llegar al contén justo cuando los vehículos ya han arrancado motores.
En este espacio no se va a hablar de los huecos en las aceras, tampoco de dificultades para obtener culeros para adultos ni de otras ausencias que, lastradas por los problemas económicos, por el bloqueo o por ineficiencias y subjetividades varias, conspiran contra la calidad de vida de la tercera edad.
Pero estudiar el tráfico vehicular y peatonal considerando las canas que la ciudad y sus habitantes hoy peinan pudiera ser una contribución que muchos agradecerían.
Otro tanto pudiera decirse de las señales, las indicaciones que le dicen a quienes circulan a pie o en transporte por la ciudad en qué dirección están y hacia dónde enrumbar.
Es cierto que en una buena parte de las vías principales eso está visible, pero basta adentrarse en La Habana profunda para no saber dónde estás parado.
Un equipo de CubaSí en plena faena periodística debió dar vueltas y vueltas para encontrar una dirección en Jaimanitas porque no había una señal, un número legible para orientarse. Incluso, en esa geografía de la ciudad, tampoco estaban claros los números por la transitada 5ta. avenida.
Es verdad que hay quienes borran los números en los indicadores de las esquinas, o pintan sobre ellos; pero, junto a arreciar las sanciones para aquellos que así proceden, también habría que arreciar esfuerzos en ese orden de dejar claros números y nombres de calles.
Así, sabremos bien por dónde andamos, y para cruzar las calles no habrá que correr demasiado de cara a los 500.
Lunes, 26 Noviembre 2018 06:12
Semáforos cortos y almanaques largos
Escrito por Vladia Rubio/CubaSíLa Habana envejece, al borde del medio milenio, y los habaneros también. Qué bueno sería seguir ayudándolos, también en el cruce de calles.
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Compasivamente describe una realidad, que comparto totalmente, pero se queda ‘piadosamente corta’ al solicitar un estudio del tráfico vehicular y peatonal, y ‘discretamente’ reconoce que es verdad que hay quienes borran los números en los indicadores de las esquinas, o pintan sobre ellos; y que es necesario…, a arreciar las sanciones para aquellos que así proceden, y los… esfuerzos en ese orden de dejar claros números y nombres de calles.
Le propongo algo ¿Qué tal si desde la perspectiva periodística se abordan los ‘esfuerzos’ actuales de los Órganos del Estado ‘por arreciar las sanciones para aquellos que violan’ en general?, digo yo, y expongo algunos ejemplos (todos, ¡imposible!):
Además de los ancianos que, como correctamente refiere, pasan las de Caín para cruzar la vía, los hay igualmente ancianos que a sabiendas y en plena conciencia, transitan por la calle, separados de las aceras (aunque estén en buen estado), se detienen en las esquinas donde se gira, en plena vía, desafiantes, provocadores, o se lanzan a cruzar sin mirar aunque hayan visto el transporte ya cerca, retadoramente. ¿No infringe igualmente esto la Ley?, ¿y por qué? Pues porque las piadosas y caritativas autoridades del tránsito no los multan precisamente ‘porque son viejitos, pobrecitos’, ‘ya bastante tienen con lo suyo’. Claro, esto también lo hace un ‘montón, burujón, puñao’ de personas de toda edad, a los que tampoco prestan ‘nuestros solidarios oficiales de Transito’ atención porque ‘también, pobrecitos, ya tienen suficiente’, mientras están muy ocupadas en lugares claves, multando a mansalva a sus ‘acérrimos y únicos enemigos’, los choferes, sin importarles si la acción se debe a la deficiente señalización vertical, de emergencia (en las reparaciones inconclusas, en los desvíos, etc.), de ‘cabillitas’ finas, a los latones de basura ‘oportunamente ubicados en plena vía (aunque tengan el espacio hecho en la acera, etc.), o nuestros aguerridos trabajadores de comunales quienes innecesariament e bloquean toda una senda con sus carritos y palos de escobillones ‘casualmente siempre hacia donde transitan los autos), como si tuvieran chapa y circulación vial.
Como ve, hay muchas, innumerables cosas sabidas de toda la vida, más allá ‘que solicitar’ un estudio.